Autores: Dra. Elizabeth Pérez Islas1, Dr. Roberto Mendoza García2
1 Departamento de Patología, Instituto Nacional de Cancerología.
2 LANS Laboratorios de referencia S.A. de C.V
Resumen
Es importante entender que durante diferentes tipos de crisis, como desastres naturales como inundaciones o terremotos, conflictos armados, inseguridad alimentaria, desplazamientos masivos y epidemias, aumenta el riesgo de exposición a enfermedades prevenibles por vacunación. En las últimas décadas, la inmunización ha logrado grandes objetivos, como la erradicación de la viruela, que es uno de los mayores logros de la humanidad. Además, la reducción de la poliomielitis en un 99% es otro ejemplo del éxito de la inmunización, pero sigue siendo crucial mantener la cobertura. Las vacunas han salvado innumerables vidas y se estima que previenen 2.5 millones de muertes cada año. También ayudan a reducir enfermedades como la difteria, tétanos, sarampión, tos ferina, influenza, meningitis y otras. Por lo tanto, es necesario desarrollar estrategias para inmunizar a la población en entornos afectados por crisis. Se necesitan un diseño específico y consideración de recursos en tales escenarios. Nuevas investigaciones sobre inmunización, como el uso de rutas de administración oral, pueden ayudar a una mejor conservación, distribución y administración de vacunas durante crisis humanitarias. La conciencia de este enorme desafío para la salud pública puede ayudar a reducir la desigualdad de acceso y llevar a una reducción en la mortalidad por enfermedades prevenibles con vacunación a cualquier edad.
Palabras clave: vacunas, inmunización, crisis humanitarias, desastres naturales
Abstract
It is important to understand that during different types of crises such as natural disasters like floods or earthquakes, armed conflicts, food insecurity, mass displacement, and epidemics, the risk of exposure to vaccine-preventable diseases increases. Over the last few decades, immunization has been able to achieve great goals such as the eradication of smallpox, which is one of the greatest achievements of humanity. Additionally, the reduction of poliomyelitis by 99% is another example of the success of immunization, but it is still crucial to maintain the coverage. Vaccines have saved countless lives, and it is estimated that they prevent 2.5 million deaths every year. They also help in reducing illnesses such as diphtheria, tetanus, measles, whooping cough, influenza, meningitis, and other. Therefore, it is necessary to develop strategies to immunize the population in crisis-affected environments. A specific design and consideration of resources are also needed in such scenarios. New research on immunization, such as using oral routes of administration, can help a better conservation, distribution, and administration of vaccines during humanitarian crises. Awareness of this enormous challenge for public health can help in reducing inequality of access and leading to a reduction in mortality from diseases that are preventable with vaccination at any age.
Keywords: vaccines, immunization, humanitarian crisis, natural disaster
Introducción
Es importante comprender que durante diferentes tipos de crisis, como las amenazas naturales (p. ej., inundaciones o terremotos), conflictos armados, inseguridad alimentaria, desplazamientos masivos y epidemias, aumenta el riesgo de exposición a enfermedades prevenibles con vacunas. Durante las últimas décadas, la inmunización ha podido alcanzar grandes objetivos como la erradicación de la viruela, que es uno de los mayores logros de la humanidad, o la reducción de la poliomielitis en un 99%. Las vacunas han salvado innumerables vidas y se estima que previenen 2,5 millones de muertes cada año. También, ayudan a reducir enfermedades causadas por difteria, tétanos, sarampión, tos ferina, influenza, meningitis y otras enfermedades. Por lo tanto, es necesario desarrollar estrategias para inmunizar a la población en entornos afectados por crisis. En tales escenarios también se necesita un diseño específico y una consideración de los recursos. Nuevas investigaciones sobre inmunización, como el uso de vías de administración oral, pueden ayudar a mejorar la conservación, distribución y administración de las vacunas durante las crisis humanitarias. La conciencia de este enorme desafío para la salud pública puede ayudar a reducir la desigualdad de acceso y conducir a una reducción de la mortalidad por enfermedades que se pueden prevenir con la vacunación a cualquier edad.
Inmunización en crisis humanitarias
Las crisis que incluyen peligros naturales como inundaciones o terremotos, conflictos armados, inseguridad alimentaria, desplazamientos masivos y epidemias conllevan a un mayor riesgo de exposición a diferentes tipos de enfermedades prevenibles por vacunación.1
Durante las crisis humanitarias surgen factores de riesgo que interaccionan sinérgicamente con la morbilidad y mortalidad de enfermedades que podrían ser prevenibles mediante la vacunación; sin embargo, tanto la gama como cobertura es limitada para las poblaciones en estos contextos humanitarios, que incluyen enfermedades como la fiebre amarilla, cólera, meningococo, hepatitis A y varicela, así como también la infección por el virus del papiloma humano (VPH). Incluso, en entornos afectados por estas crisis, existe una mayor prevalencia de violencia sexual, lo que crea un mayor riesgo de exposición al VPH.2 A nivel mundial, se ha perdido más de una cuarta parte de la cobertura de vacunación contra el VPH que se había logrado al 2019, siendo la cobertura global para la primera dosis de la vacuna del 15%.3
En 2021, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) informó que 25 millones de niños no recibieron servicio de vacunación de rutina. Los niños que carecen de la primera dosis de la vacuna que contiene difteria, tétanos y tos ferina (DTP1) se clasifican como dosis cero (4). Los datos recopilados antes de la pandemia de coronavirus 2019 (COVID-19) identificaron que más del 50% de las muertes por enfermedades prevenibles con vacunas (EPV) ocurren entre niños que reciben dosis cero.1 Por lo tanto, es necesario implementar estrategias eficaces para administrar vacunas en entornos afectados por crisis, incluidos los niños que reciben dosis cero.
Las tres vacunas más frecuentemente recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para todos los programas de inmunización y que se encuentran también en documentos de orientación sobre las enfermedades prevenibles mediante vacunación son polio, DTP, y hepatitis B. Asimismo, la OMS recomienda la inmunización contra fiebre amarilla, cólera, meningococo y hepatitis A para algunas poblaciones de riesgo.2,5
El sarampión, la polio y el tétanos fueron las EPV identificadas con mayor frecuencia. La polio y el sarampión a menudo son prioritarios para la inmunización masiva en entornos afectados por crisis. La vacuna BCG (bacillus Calmette-Guérin) administrada principalmente a los recién nacidos en países donde la tuberculosis es común, la vacuna oral contra la polio, así como las vacunas contra la difteria, tétanos, tos ferina, sarampión y hepatitis B evitan más de 2.5 millones de muertes cada año.6
Consideraciones en programas de vacunación en crisis humanitarias
Es vital invertir en los sistemas e infraestructuras sanitarios en estos contextos de crisis humanitaria destacando que cada región del mundo se enfrentará a desafíos diferentes y que estos escenarios deberán ser contemplados. El contar con programas de prevención y mecanismos de acción dependiendo del tipo de crisis permitirá salvaguardar la salud de la población en general evitando muertes prevenibles con vacunación.
La innovación científica en la elaboración de vacunas, los recursos disponibles, el desarrollo o adaptación de infraestructura, así como la identificación y comprensión de las brechas económicas, geográficas y entre sistemas de salud deberá ser un objetivo imprescindible para cada región.
Las zonas marginales y de difícil acceso han tenido tasas de vacunación inferiores a las del resto de la población y es necesario plantear estrategias eficientes y equitativas. La inmunización de rutina es efectiva y rentable, pero como estrategia enfrenta una serie de desafíos durante las crisis, incluido el acceso a servicios regulares y oportunos, la interrupción de la cadena de frío, la falta de personal para administrar las vacunas, así como su seguridad, y el acceso de los trabajadores sanitarios a la población afectada.7,8 La cobertura de vacunación ante una crisis humanitaria puede disminuir a niveles muy bajos e incrementar la transmisión de EPV.9 En la figura 1 se logran observar estos cuatro ejes a considerar en los programas de vacunación en crisis humanitarias.

Ejemplos de implementación de campañas de vacunación durante crisis humanitarias
Un ejemplo exitoso de implementación de campañas de vacunación para la prevención ante una crisis humanitaria se presentó en 2017, cuando 700,000 ciudadanos de Myanmar se desplazaron a Bangladesh, siendo vulnerables a enfermades transmisibles, incluido el cólera;10 sin embargo, el gobierno de Bangladesh evalúo los riesgos, y con ayuda del Centro Internacional de Enfermedades Diarreicas de Bangladesh decidieron tomar medidas preventivas como la implementación de campañas de vacunación principalmente para prevenir el cólera, logrado de manera exitosa al no detectar brotes de cólera durante esta crisis humanitaria, entregando más de cuatro millones de dosis a los ciudadanos de Myanmar como a las comunidades de acogida.
En general, el control y la prevención del cólera se consideran prioridades en situaciones de emergencia. Es importante recalcar que la vacunación no debería interrumpir la realización de otras intervenciones sanitarias de alta prioridad.
Otro ejemplo fue la declaración de la OMS sobre la erradicación de la viruela en 1979 después de una iniciativa de vacunación global,11 o el de la polio, que era endémica en más de 125 países y paralizaba a 350,000 niños cada año. En la actualidad, se ha logrado una reducción del 99.9% en los casos anuales de polio,12 por lo que es necesario mantener la cobertura.
Inmunización como intervención médica en salud pública ante emergencias humanitarias
Las emergencias humanitarias complejas afectan entre 40 y 60 millones de personas cada año y son un problema de salud pública cada vez mayor en todo el mundo. Con frecuencia, surgen grandes epidemias en los estados afectados por estos conflictos.13
En 2019, la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas estimó que para 2020, 169 millones de personas en todo el mundo necesitarían ayuda humanitaria debido a conflictos prolongados, economías en deterioro y eventos climáticos extremos. Esto, sumado a la pandemia de COVID-19 durante 2021, aumentó a 325 millones de personas, incrementado un 41% la ayuda.14
Las vacunas previenen enfermedades graves que pueden ser discapacitantes o mortales, sobre todo a edad infantil. La inmunización es una de las intervenciones médicas en salud pública más eficientes en términos de costo y, según la OMS, evita cada año entre dos y tres millones de muertes.6
En numerosos países con limitaciones de recursos o que enfrentan condiciones de inestabilidad o violencia, los programas de inmunización están experimentando una crisis, en que las vacunas esenciales a menudo no logran alcanzar a aquellos que más las necesitan. El incremento exponencial de los costos en los últimos años, la falta de adaptación de las vacunas a las realidades específicas de estos países y la complejidad del calendario de inmunización son las principales causas subyacentes a esta problemática. Se estima que el costo total agregado de los programas de inmunización en 94 países para 10 vacunas entre 2011 y 2030 es de 70,800 millones de dólares (I.C. 95%: 56.6-93.3 dólares).15

Cada año, aproximadamente 20 millones de niños son privados del acceso al paquete básico de vacunas, cuya administración podría protegerlos de enfermedades prevenibles.16 En total, alrededor de dos millones de personas fallecen como resultado de padecimientos que podrían haber sido evitados mediante la aplicación de vacunas respaldadas por la OMS. Entre estas enfermedades se incluyen difteria, tétanos, tos ferina, hepatitis B, gripe tipo B (Hib), tuberculosis (BCG), VPH, sarampión, neumonía causada por neumococo, poliomielitis, rotavirus y fiebre amarilla.17-19
En 2021 fueron 25 millones de niños los que no recibieron una o más dosis de difteria, tétanos y tos ferina (DTP3) a través de los servicios de vacunación sistémica. La mayoría de ellos pertenecían a países de ingresos bajos y medianos.20 En América Latina y el Caribe, uno de cada cuatro niños está expuesto a enfermedades que se pueden prevenir con vacunas.21 No obstante, es importante destacar que no todas las vacunas son igualmente recomendadas o implementadas en todos los países, lo que convierte a este un desafío global aún más complejo para la salud pública.
Actualmente, la OMS recomienda que todos los países alcancen un umbral general de cobertura del 95% para todas las vacunaciones de rutina con el fin de alcanzar niveles de inmunidad colectiva.1,22
Las vacunas han demostrado ser beneficiosas ante emergencias sanitarias por patógenos; sin embargo, aún no están disponibles para muchos de ellos. Los factores de riesgo que se exacerban durante las crisis como la desnutrición, contaminación del aire y el hacinamiento, pueden aumentar el desplazamiento y la transmisión de enfermedades.
Desafíos logísticos
Las vacunas deben de conservarse a cierta temperatura, generalmente entre 2 y 8 °C, aunque esto puede variar por el tipo de vacuna. Asimismo, toda una cadena de red fría necesita de suministro eléctrico para su conservación y distribución, por lo que se convierte en un problema complejo en regiones sin electricidad o con temperaturas altas, además del acceso, la seguridad y calidad.
Por otra parte, la mayoría de las vacunas son inyectables, por lo que se requiere de personal con formación sanitaria para una correcta aplicación ante una crisis humanitaria. Por ello, se ha sugerido desarrollar vacunas de administración oral, con menos dosis o bien combinadas, que no requieran de un procedimiento técnico (fig. 2).

Es importante señalar que la interrupción en la inmunización conllevará a un aumento de enfermedades durante las próximas décadas. Por ejemplo, la pandemia de COVID-19 provocó el mayor retroceso en la vacunación de los últimos 30 años.4
De acuerdo con la Agencia de Inmunización de la OMS 2030 (AI2030),23 algunas de las acciones a mejorar son:
- Intensificar los esfuerzos en la aplicación de vacunas faltantes con el fin de abordar el retroceso en la inmunización sistemática.
- Garantizar el compromiso político de los gobiernos y aumentar la asignación de recursos nacionales para fortalecer y mantener la inmunización en el marco de la atención primaria de la salud.
- Aprovechar y aumentar la inversión en investigación con el propósito de desarrollar y mejorar vacunas y servicios de inmunización nuevos y existentes que puedan satisfacer las necesidades de la comunidad y cumplir los objetivos de la AI2030.
Conclusión
Identificar una serie de intervenciones podría apoyar a las adaptaciones de los programas actuales de vacunación frente a una crisis humanitaria; la inmunización es una de las intervenciones médicas en salud pública más eficientes en términos de costo, evitando cada año entre dos y tres millones de muertes a nivel mundial. El contar con sistemas de vigilancia epidemiológica eficaces ayudará a informar oportuna y apropiadamente cualquier brote antes, durante y después de una crisis.
La vacunación es un derecho humano a la salud, así como una responsabilidad individual, de comunidad y de gobiernos; su consideración ante una crisis inmunitaria es imprescindible para la salud pública mundial, por lo que es necesario también realizar campañas adecuadas de educación y sensibilización utilizando todos los recursos disponibles para educar a la población no solo sobre vacunación, sino sobre prevención de enfermedades en contextos vulnerables.
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